31/10/13

Miles Kane, el frontman definitivo.

La primera vez que le vi fue teloneando a los Arctic Monkeys en un Palacio de los Deportes en el que no cabía ni un solo alfiler más. Normalmente, me aburren los teloneros. Pero él no fue un telonero, él fue prácticamente la estrella de ese concierto. Recuerdo que me quedé alucinada con su energía y su actitud, su camisa de leopardo y lo provocador que era.
He sentido la misma sensación las demás veces que le he visto; la última, el pasado jueves, en Hamburgo, donde se subió al escenario del Knust para dejarnos a todos sin respiración.



Hay algo que no se puede negar -y perdón por la expresión-: Miles Kane es un mojabragas. Eso sí, en el sentido apropiado. Miles no pone caritas interesantes desde el escenario, ni se hace el tipo duro o inalcanzable. No pone morritos mientras se fuma los cigarros ni lleva tupé, no.
Miles Kane se acerca a la gente, nos guiña los ojos, nos regala sus púas, nos coge de las manos y se pone en frente nuestra para tocar la guitarra a centímetros de nuestras narices.
Miles Kane es un tío entregado sobre el escenario, y disfruta de cada momento en el que está subido en él. Y nosotros más.
No sé exactamente cuánto duró concierto, pero a mí se me pasó volando. Quince canciones perfectamente elegidas en las que a penas dio tregua al público para componerse de tanta excitación, excepto por el momento en el que su guitarra acústica creó la atmósfera sentimental perfecta, amenizada por "My fantasy" y "Take the night".
El resto del show fue un no parar constante de guitarras, voces desgarradas y furor adolescente -porque sí, había de todo, pero la primera fila estaba llena de niñas-.


Empezando con "You're gonna get it", y pasando por algunos de sus temas más conocidos como "Rearrange" o "Inhaler", Miles, sobre todo, se dedicó a presentar su primer disco, del que sonaron algunas de mis canciones preferidas como "Darkness in our hearts" o los singles, "Don't forget who we are" y "Give up", en la que se atrevió casi al final de la canción con el Pleased to meet you de "Sympathy for the Devil".
Personalmente, me faltaron algunas como "First of my kind" o "Kingcrawler", pero no se puede tener todo en esta vida.
Al acabar la decimotercera canción el británico se retiró con su banda unos minutos, y regresó de nuevo con su acústica para cantar, esta vez sólo, la canción que dio nombre a su primer disco, "Colour of the Trap", que precedió al tema encargado de cerrar el show: "Come closer", gracias al cual, si aún quedaba algún escéptico -que lo dudo-, Miles terminó de metérselo en el bolsillo.

Miles estará por España la semana que viene en Madrid, Barcelona y Bilbao... No hay más que decir: si tenéis la oportunidad de ir, viviréis uno de los conciertos más divertidos de vuestra vida.

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